La raza de los Orientadores

Existe una raza de hombres y mujeres
Que trabajan no con maquinas, ni animales,
Sino con seres humanos,
No son médicos y sin embargo curan
No son abogados y sin embargo defienden
No son campesinos y sin embargo cultivan
Y son buenos trabajadores, me refiero a la
RAZA DE LOS ORIENTADORES

Son como escultores que van forjando en la
Piedra humana, formas con sus propias manos
Ellos ven, escuchan, guardan y confían,
Cual si fueran sacerdotes en sus confesionarios,
Son perseguidos por gente incomprensiva, limitados
Y muchas veces son SERES HUMANOS.

Tú llevas como emblema la Orientación
Guárdala con orgullo en tu corazón
No te apenes, ni te desesperes y recuerda,
Que en tus manos están no cosas de acero
Ni de cuatro patas, si no carne y hueso,
Sentimiento y pensamiento y por todo esto
Te damos este agradecimiento,
Nosotros quienes formamos la
RAZA DE LOS ORIENTADORES.

-Anónimo-

(aportado por Ingrid Rodríguez estudiante de Orientación)

Retrato de un Orientador

Esto es un texto que me encontré por ahi en el vasto mundo del Internet, espero les guste y lo lean, es un poco largo pero vale la pena... es una muestra sobre lo que hacemos y queremos hacer como orientadoras y orientadores

RETRATO DE UN ORIENTADOR

Gerard Egan “El Orientador Experto”

Adaptación del texto: Sistema de Tutoría UCV

“Cuando un hombre sabe adónde va,

el mundo entero se aparta para darle paso

Evocaremos los comentarios de nuestro amigo Gerard Egan cuando menciona se pregunta ¿Cómo debe de ser un orientador? y se refiere a una serie de autores que nos hacen trasladarnos automáticamente a una exploración interna, sino veamos, para el autor: el mismo estará esforzándose para llegar a ser como dice Ivey (1971) una “persona intencional” o como dice Carkhuff (1969ª,b) una “persona viviendo efectivamente” o como dice Maslow (1968) una “persona actualizada, es más, como dice Jourard (1971 b) una “persona transparente” Coincidentemente con el autor, y todos quienes le antecedieron, todo orientador debe estar comprometido primero consigo mismo, y es que ahí existe una realidad inexorable que podemos resumir en la siguiente frase: Las cosas las vamos a entender mejor a partir de nuestra propia experiencia. Esto nos lleva a un constante análisis de nuestra vida, pues es el orientador quien con su comportamiento ejerce un función de modelo para sus orientados, puede ser un elemento valioso de referencia sólo si es consciente de sus potencialidades y carencias las mismas que deben llevarlo a una acción real y tangible a favor de los demás.

Hay una serie de características que podríamos atribuirle a un/a orientador/a, por ejemplo; realiza un adecuado discernimiento de aquello que es adecuado o no y puede resultarle satisfactorio para sí rechazando aquello que obstaculiza su desarrollo personal, su nivel de conciencia está muy desarrollado, observa su vida y sus experiencias como una posibilidad de aprendizaje, investiga, lee pero todo ello lo utiliza, además de un complemento teórico en un entendimiento dela dinámica humana.

Hay un elemento que debe estar también muy desarrollado que es, en términos de Gerard Egen el sentido común. Ha desarrollado sus destrezas que le posibilitan actuar frente a una gama de necesidades humanas.

Pareciera que la labor de orientación a simple vista puede resultar totalmente fácil, nuestra propia experiencia puede habernos enseñado que cada vez que una persona atraviesa por una dificultad basta con escucharla, un par de consejos y listo, tenemos a la persona andando, ahora bien si no hace lo que le habíamos dicho ya podríamos anteponer expresiones como: “Ya es su problema”, “mira que le estamos brindando ayuda pero no se deja”, “es propio de su edad, ya madurará”. En realidad tampoco es tan difícil, parafraseando al profesor Quimo en la película “con ganas de triunfar” para lograr algo se necesitan “ganas” lo cual se ve reflejado en una preparación permanente. En la primera parte de este párrafo podemos ver una característica usual en estos “orientadores”, ven los problemas del otro sólo desde su propia perspectiva y no desde la perspectiva (y por ende desde las vivencias, expectativas, valores, etc.) de la persona que atraviesa por esa dificultad lo cual puede llegar a convertirse en un elemento altamente alienante para dicha persona. Por tanto la labor de orientación debe estar enmarcada dentro de un ámbito de respeto por las experiencias de nuestr@s alumn@s. Esto nos ayudará a entenderl@s.

Entender no significa avalar, es ponerse en contacto con las experiencias de las personas para establecer un marco de referencia y encontrar las causas que le llevan a la persona a actuar de una determinada manera.

Un buen orientador sabe leer e interpretar adecuadamente el lenguaje corporal, sabe escuchar atentamente al otro, sabe que la labor de orientación es altamente efectiva si es que ambos, orientador y orientando están dispuestos a colaborar, lograr este compromiso es una de nuestras labores como orientador. Se muestra abierto con sus orientandos, expresa lo que siente y piensa siempre que sea en beneficioso de ellos mismos. Un buen orientador es concreto en sus expresiones y trata de no divagar o realizar expresiones vagas y muy genéricas. Se basa en situaciones reales y trata de no crear un mundo de fantasías en las personas.

Un buen orientador sabe cuando actuar, y en este sentido todas las personas tenemos nuestro momento. En la película “la sociedad de los poetas muertos” Todd uno de los alumnos de la escuela a la que asisten sale compungido y veloz de entre el grupo de amigos luego de enterarse de la muerte de su compañero de cuarto, en un intento por “ayudarlo” algunos de ellos tratan de salir detrás de él pero uno de sus compañeros, los detienen bajo el sustento de que necesita estar solo.

Un buen amigo sabe estar en el momento indicado, pero también sabe cuando dar un paso al costado y dejarte experimentar tu propio momento solo.

Saber cuándo es el momento no se encuentra en ningún libro, es algo que se adquiere con la experiencia y con el continuo ponerse en contacto consigo mismo y con los demás.

Otra características de todo orientador es el ser integrador, ello implica a medida que la persona le va proporcionando datos el orientador le ayuda a entender cómo todos ellos se convierten en una pieza del rompecabezas, la idea es que la misma persona esté apta para poner dichas piezas en su lugar. Para lograrlo el orientador puede utilizar sus propias vivencias, además de problematizar constantemente sobre los planteamientos que las personas realizan. De esta manera, las preguntas problematizantes y recontextualizantes se convierten en algunas de las principales herramientas de trabajo.

Dentro del ámbito de la orientación se tiene entendido que son las personas las que deben encontrar las respuestas a sus preguntas, las soluciones a sus problemas. Esto es cierto pero debemos evitar que esta frase se convierta en un fundamento a mi pasividad. Comprender a una persona no basta en la labor de orientación hay que ayudar a la persona a que actúe según su propio entendimiento y se dirija a la búsqueda real de soluciones.

El buen orientador se siente a gusto con la gente y esto implica que puede entrar a compartir vivencias, no se intimida por las problemáticas de la vida de las personas, no es una persona necesitada que busca sentirse bien cuando encuentra a personas que atraviesan por problemas similares a los suyos. Puede manejar crisis y movilizar sus energías y las de otros con objeto de actuar enérgica y decididamente. Se da cuenta de que es un privilegio que se le permita entrar en la vida de otras personas y respeta dicho privilegio. Es una persona que se encuentra en una constante exploración de su propia vida, explora su conducta y sabe quién es. Sabe lo que significa ser ayudado y tiene un profundo respeto por el proceso de ayuda y su poder para lo mejor o peor. ¿Quién cura al curandero?, ¿Quién orienta al orientador?, líneas arriba comentamos que las personas podríamos entender a las demás a partir de nuestra propia experiencia, pues bien, para aprender a orientar de una manera más efectiva debemos dejarnos orientar por los demás, vivir esa experiencia resultará altamente constructiva y orientativa para nosotros y nuestr@s alumn@s, porque siempre necesitamos de alguien, porque debemos aceptar la característica dinámica de las personas (proceso) si eso es válido para los demás es porque también es válido para mí pues soy persona.

El orientador no ayuda para satisfacer sus propias necesidades pero sabe que “...cuando hace posible para otra persona el escoger la vida, aumenta sus propias posibilidades de continuar escogiéndola” (Carkhuff, 1969 a, 1, XII)


Orienta2?

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